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La punta del iceberg es la Estrategia del Caracol

La estrategia del caracol

"El obrero tiene más necesidad de respeto que de pan"

Karl Marx

En 1993 se estrena <La Estrategia del Caracol>, un clásico del cine colombiano, en ella se presenta el conflicto de un grupo de inquilinos de un bloque de apartamentos de una zona tradicionalmente pobre de la ciudad de Bogotá que van a ser desalojados, entonces, los inquilinos trabajan y ponen en común un plan para garantizar sus derechos fundamentales a la vivienda y la dignidad. El largometraje, que en principio se plantea como una comedia, se termina desarrollando como un film de drama, una narración lineal basada en una estrategia de tensión sostenida (la incógnita del plan de la comunidad de La Casa Uribe).

En cualquier narración audiovisual o escrita –a excepción de la novela, puntualizó Julio Cortázar en su libro: Clases de literatura (1980)- es difícil desarrollar más de 3 personajes activos, así lo enfatizan teóricos, entre otros, como Vladimir Propp (1928), que aseguran que cuando se intenta desarrollar muchos personajes en un medio limitado por su extensión, el espectador no termina conociendo ninguno. En <La Estrategia del Caracol>, una pieza de patrimonio cultural y artístico colombiano, con la suma de las personalidades de 18 personajes activos (gran reto para los guionistas y el director), e interpretados a la luz de la teoría de la punta del iceberg de Ernest Hemingway, se observa como es representando un personaje metafórico supremo (la comunidad) con el que el director hace un estudio de la personalidad humana en un recorrido por sus distintas esferas en cada personaje, para ejemplificar el caso se trae a colación la clasificación según la pirámide de Maslow: Fisiología, seguridad, afiliación, reconocimiento y autorealización, así por ejemplo, en la figura de Romero se hace un estudio de la justicia, en la figura de Jacinto (caracterizado física e ideológicamente con la figura referencial de Karl Marx) la lucha de clases, en Gabriel/Gabriela (transexual) se identifican las pugnas internas del ser humano en la esfera de su sexualidad. En general, la vida, la muerte, la religión, la salud, la sexualidad, el resguardo, la afiliación o afecto, el respeto y la autorealización (identificada en el objetivo de los habitantes de La Casa Uribe: la exigencia del reconocimiento de su dignidad) son temas explorados en la película, al fin y al cabo, el Arte se produce por la catarsis del autor que debe provocar una catarsis reflexiva en el espectador, partiendo del hecho que en la formula tenemos un autor comprometido y un espectador dispuesto y debidamente formado.

La gran cantidad de personajes es lo que le da a la historia los puntos de tensión dramática con la fácil posibilidad de choques entre dos o más personajes. El escritor estadounidense Edmond Hamilton en su cuento de ciencia ficción <El Exilio>, historia que sostiene que el mundo que conocemos fue creado por Carrick, un escritor profesional, en uno de sus diálogos el personaje central sostiene:

Dediqué la mayor parte del tiempo a la creación de los habitantes del mundo de mi historia. Sin duda los había imaginado humanos, aunque decidí que no fueran demasiado civilizados pues eso imposibilitaría los conflictos y la violencia indispensable para mi trama.

Las buenas historias, se cita de nuevo de Cortázar (1980), se resumen en una o dos frases de los personajes, así pues, se toma para el tratamiento del film dos bloques de diálogos: el primer acto que presenta el planteamiento del problema en la figura de Gustavo Calle Isaza, ese contador de historias que se pude identificar en todas las culturas, ese “hablador” o “machiguenga” que teorizaría Mario Vargas Llosa en 1987. El segundo bloque de diálogos pertenece al acto 3, que se plantea como la resolución del conflicto de la historia justo después de la finalización del clímax (punto máximo de tensión dramática). En estos dos actos se resume la intensión de la película:

Acto 1:

"Todos los desalojos que han dejado un montón de gente sin techo y hogares llenos de luto, se deben única y exclusivamente a dos motivos, primero, la injusticia de la justicia, y segundo, la falta de estrategia de la clase inquilinal (…) Oiga, ¿Usted sabe quién soy yo? Yo soy el famoso Gustavo Calle Isaza que tomó parte en la legendaria gesta del desalojo de La Casa Uribe, una luminosa enseñanza que todavía no ha sido debidamente asimilada. Mire, le voy a contar y usted al final me va a dar la razón. La casa Uribe tenía como vecina otra casa de inquilinato que se llamaba La Pajarera, y según documentos que engorda la burocracia, esas dos casas que sumaban: 48 cuartos, 2 aljibes, 6 inodoros, como 5 patios, 84 ventanas, 41 puertas, 1260 metros lineales de madera y 14500 tejas francesas, pertenecían a un tal do’tor Holgín, un tipo que nunca había vivido en esa casa. Mire, la injusticia comenzó una siaga mañana hace como unos 6 años, más o menos, cuando frente a La Pajarera se `presentaron unos abogados y unos tinterillos contratados por el títere de Holguín, un tal Vi’tor Honorio Mosquera" (CABRERA, 1993).

En el primer bloque se presenta la historia como una lucha de clases entre los inquilinos de La Casa Uribe (representantes en la narración de la clase popular) y el Doctor Holguín, símbolo en el relato de la una clase burguesa y oligarca para la que atacar y perseguir las clases sociales más bajas es sólo un juego de estrategia que satisface ínfulas de superioridad, resaltado para la idea en desarrollo que Holguín en realidad no tiene necesidad de esa vivienda. Es importante resaltar también de este acto discursivo la conciencia que tiene Gustavo Calle –representante de la comunidad ante la televisión nacional- de la importancia de su lucha y de sus logros.

Acto 3:

Gustavo Calle Isaza: -Y pare de contar, hasta ahí las ínfulas del tal Mosquera, y el punto final de esta gesta epopéyica popular.-

José Antonio Samper Pupo (reportero): -¿Podría repetir eso?-

GCI: -Gesta epopéyica popular, ¿no oyó?-

JASP: -Está bien Don Gustavo, lo que no entiendo es todo esto para qué-.

GCI: -¿Pa’ qué?, ¿Cómo qué pa’ qué?, pues pa’… ¿pa’ qué le sirve usted la dignidad?, ¿ah?, ¿es que esa palabra no existe o no la usan ya en televisión?. ¡Pa’ qué pregunta este güebón!-

(…)

Doctor Romero: -Jacinto, tenemos que levantar un techo antes del amanecer para tomar posesión legal del predio, la ley es muy estricta en ese sentido y como si fuera poco este lote no lo hemos pagado-.

Jacinto: -Vamos a levantar un techo todos, y lo vamos a hacer ahora mismo, pero no porque la ley lo diga, sino porque lo necesitamos perro (…) me parece inaudito que en estas circunstancias sigas pegado al código-.

DR: Y, ¿qué quiere que yo haga?

J: Yo lo que calculo es que llevamos meses trabajando en esto, y ha sido nuestra ilusión toda la vida y que falta todo por hacer (CABRERA, 1993)

Una idea importante para resaltar de la película es la capacidad de los guionistas y del director para posicionar en primer plano en grado de importancia, tanto a los protagonistas como a los personajes secundarios, así, cada personaje es imprescindible, en este caso puntual para contar la historia, extrapolándolo a la realidad de la vida en comunidad, identificar cada individuo en mismo grado de importancia que los demás es esencial para la sana convivencia, el libre desarrollo de la personalidad de cada individuo del grupo y la rápida consecución de los objetivos comunes. El film, como se dice coloquialmente, cierra con broche de oro cuando Jacinto habla en plural de levantar un techo para todos, la comunidad tiene una necesidad, a lo cual se lee tácitamente el compromiso de trabajar juntos por ese objetivo supremo. Cuando Jacinto dice: ha sido nuestra ilusión toda la vida y que falta todo por hacer, se interpreta la visión del autor que la lucha de las comunidades más vulnerables por la defensa de sus derechos es atemporal, existe desde que existen las sociedades políticas y siempre se necesitará de esa lucha para el reconocimiento de una dignidad igual para todos.

BIBLIOGRAFÍA.

Cortázar, Julio. Clases de literatura, Berkeley (1980). Alfaguara. España 2013.

Hamilton, Edmond. Antología. Los mejores relatos de ciencia ficción. Alfaguara, 1998.

Vargas Llosa, Mario. El Hablador. Punto de Lectura S.L., 2

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