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Amores de un escritor para dummies 3. [Notas de novela].

Después de vaciar por el bidet del tercer piso de la casa donde vivieron sus abuelos su cédula que lo identificaba como actor y todas sus facturas pendientes que lo identificaban como ciudadano, decide exiliarse por un pasón de esos mundos reales que lee a diario y se pone su disfraz de los domingos. Baja por las escaleras en espiral de bonitas pintas amarillas y rojas, cierra su puerta, chapa arriba, chapa abajo. Ese día la 70 estaba tranquila, era domingo y los vagos descansaban de las fechorías de los días de trabajo; la 70 corría tranquila moviéndose rápido como un remolino bajo un agua mansa, rápido dentro del árbol hueco de negra sombra, detrás de las rejas verdes de la ventana negra, debajo de las baldosas de La Negra empolvadas de blanco. Por la 94 baja campante, sus enemigos eran de carriel y machete y ya no había en abundancia por allí, sus enemigos ahora estaban dentro de sus libros esperando devorarlo con sus historias, o dentro de sí comiendo desde dentro y esperando salir para comerlo desde fuera, pero nada de eso le importaba ya, baja campante por la 94. Los taxistas le parecían personas majestuosas alineados en fila en las puertas de sus Chevetes,

Lolo repartía tintos y los deleitaba con sus tangos y boleros, su negocio era centro de reunión informal antes de empezar labores…

[Continuará]

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