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EL TIEMPO ESTÁ PERDIDO

Y el Tiempo decidió no trabajar más. Se retiró de los relojes “cu-cú”, de los finos relojes suizos que les servían con una perfección milimétrica a los franceses, de los vistosos relojes norteamericanos que combinaban los "gringos" con sus bonitas oficinas y de los comunes relojes chinos o japoneses que les servían a los latinoamericanos para ver la hora. Aburrió las bonitas fotos londinenses frente al big-ban, y por un momento, que desde ese momento, fue cualquiera de los momentos… los corredores de bolsa de Wall Street vieron a sus familias sin correr.


El tiempo se perdió, nadie lo había podido hallar, nadie lo ha visto. Los dirigentes del mundo -los medios de comunicación, y las grandes empresas informáticas- dan recompensa por él, las grandes agencias de seguridad del mundo lo buscan, inventaban evidencias, pues fueron borradas por el viento, o el mismo Tiempo.

Fue allí cuando levanté la vista y vi tus ojos, sonreí por tu risa, y sentí como si una felicidad perdida, o hallada, jalara con agrado los míos. Posdata: Lo que no saben es que todavía tengo el tiempo escondido en el viejo jean azul, lo tengo guardado en el viejo jean azul que cuelgo en un gancho negro en el rincón del bonito ropero de pino. Él era infeliz en su trabajo, creía que era necesario para la gente, pero se dio cuenta que sólo era una infelicidad cultural. Lo convencí que corro los riesgos mundiales de tenerlo allí por ayudarlo, pero en realidad lo tengo allí porque se retiró de su labor en el exacto momento en que vi tus ojos, y me quedó encantando tu sonrisa.

Es por eso que no adjunto remitente, ni dirección, hasta el momento no hay pistas de quien lo tiene, y no quiero crear la primera, deposito la integridad mía y la de mi nuevo amigo como un secreto más entre los dos.




Gracias.


YO.


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