Epistolar a la Bicicleta
Bicicleta, en sus manos:
¿Querés que te cuente un secreto? La vida es un poema. Sí, ya sé que no es un secreto, al menos no tan noble como los tuyos.
¿Qué querés que te diga? Perdonáme si alguna vez sonreí en algún auto, de seguro fue algún chiste que habrán contado en la radio lo que me habrá sacado alguna sonricita pendeja, nada más.
Sí, alguna vez te di la libertad que te disfrutaran otros ¿Querés que te lea un poema?: la vida es libertad. Yo me preocupo por mantenerme en forma y confío en que vos haces las cosas bien, simplemente aplicalo a todo y ya está... No, ¡esperá!, no te pongás triste, al contrario, te digo estas cosas porque te quiero... No nos hacemos daño, no creás pelotudeses, el dolor que sentía después de horas sin ti eran sólo los músculos regenerandose y con síndrome de abstinencia de más pedal. En la bicicleta no hay dolor, pero ¡ay que te bajes de ella!
Perdoneme la bajeza, pero aunque me da retorcijones que otros se hayan tirado pedos en tu sillín, me consuela que a ti sólo te disfruta quien tenga buenas intensiones; y esas aboyaduras que te dan personalidad no son producto de la maldad sino del descuido, ¿Qué más da?... Las ruedas siguen girando y no hay nada que no se solucione con una manito de pintura.
Hay un mito que ronda entre los viajeros ¿Querés que te lo cuente?: "hay un reducido grupo de personas que tienen el poder para darle equilibrio al mundo, y muchas veces ni ellos mismo lo saben" no son gilipollezas, te juro que es verdad, y yo creo que tu fabricante es una de esas personas; pero prometeme que no se lo vas a contar a nadie, ¿con qué cara voy a llegar yo frente a ese langaruto si se entera que yo estoy diciendo cosas de él? ¡Pensará que soy un mariquita con una teja corrida!... ¡Guardá todas esas cosas para vos! Te las cuento porque sos quien me escucha, mi amiga y yo el tuyo ¿no?
Por qué decís que no nos sabemos hablar si nos sobran las palabras para entendernos, para compenetramos en justa medida, no nos digamos mentiras, yo sé cuándo necesitarás pastas de freno. ¿Cómo dice la frase?: ¿"Las mejores palabras de amor están entre dos gentes que no se dicen nada"?, perdoneme, nunca he gozado de buena memoria.
Te guardo gratitud eterna: me enseñaste a mantener el equilibrio ¿qué importa los moretones?. Me enseñaste que pedalear no es sólo impartirle fuerza a un pedal sino sentir como tu corazón se vuelve locomotora ¿de qué otra forma se puede sentir uno vivo si no amando la vida?. Yo a vos no te cargo rencor por la vez que rebentaste frenos para volar por encima de mi cabeza, tenía que aprender a revisarlos ¡Que se venga una cuesta de nuevo para que vea como la sorteo!.
Tenemos que ser sinceros, tú tendrás otros caminos, y sueño que esos caminos sean mundos de oro. Seguramente tú tampoco serás la única, ya vendrán otras bicis para mí y hasta un Renault 4, pero siempre contaré con la misma pasión las sonrisas de mis primeras rueditas. Y siempre te amaré como ese regalo de navidad que no pedí pero que fue mi más hermosa casualidad. ¿Cómo no amarte y agradecerte si en ti fui feliz?
Para usted y mi infinita adicción a verla en los mejores paisajes.
Un-No-Escritor
(Ruta Medellín - Cisneros, Colombia septiembre 2015).